Terapia familiar funcional para jóvenes en conflicto con la ley
Vivimos un momento histórico para nuestra niñez y juventud, en el que las políticas públicas se encaminan a identificar alternativas que promueven el bienestar y desarrollo integral de los menores. Como parte fundamental de ese proceso, durante el verano de 2022, se reformó la Ley de Menores de Puerto Rico (Ley 88-1986), que estableció los 13 años como edad mínima para casos de menores, y se añadieron procesos de mediación para la resolución de conflictos, promoviendo alternativas menos punitivas. Para hacer efectivas estas disposiciones se requiere la colaboración entre agencias gubernamentales y organizaciones del tercer sector, para poder activar recursos e impulsar iniciativas dirigidas a los jóvenes que interactúan con el sistema de justicia. En esta coyuntura es necesario proveer alternativas en áreas de prevención y servicios.
La ciencia ya ha documentado que las experiencias adversas en la niñez pueden aumentar el riesgo de incurrir en conductas transgresoras en la vida adulta (Abrams, 2022). En Puerto Rico, el 57% de los menores vive bajo el nivel de pobreza y, según el Instituto de la Juventud (2019) el costo del crimen atribuido a la pobreza infantil puede estar cerca de los $1,072 millones. Datos de la Policía de Puerto Rico apuntan a que la edad promedio de los jóvenes que cometen una conducta delictiva reportada es 16 años (Oficina para el Desarrollo Socioeconómico y Comunitario, 2021). En muchas instancias, los menores que comienzan a tener conflictos con la ley provienen de contextos y experiencias adversas.
De acuerdo a un informe del Departamento de Justicia de Puerto Rico (2015) sobre los factores de riesgo de los jóvenes que fueron hallados incursos en algún delito, 52.4% proviene de hogares con problemas económicos, 13.9% ha sido víctima de alguna experiencia de maltrato (físico, emocional o abuso sexual), 12.7% reportó deserción escolar entre sexto y noveno grado, y 48.3% presentó diagnósticos relacionados a disturbios emocionales. La mayoría de estos jóvenes fueron hallados culpables por delitos menos graves.
Por otro lado, el Departamento de Corrección y Rehabilitación (2021) reportó que el 53% de los jóvenes que están ubicados en instituciones juveniles ha tenido algún trastorno en el neurodesarrollo, 29% han sido víctimas de trata humana previo al ingreso, 44% presentaron indicadores de tristeza o desesperanza; y 9% reportó haber tenido un intento de suicidio que no fue tratado en su momento. Todos estos datos sugieren que antes de interactuar con el sistema de justicia juvenil, esos jóvenes han enfrentado experiencias y factores de riesgo que sin duda ameritan atenderse con iniciativas de prevención. Pero también se necesitan servicios que apoyen la rehabilitación y reincorporación a la comunidad de los jóvenes que ya han estado en conflicto con la ley.
La Terapia Familiar Funcional (FFT) está precisamente enfocada en estas áreas. Ofrece un tipo de intervención intensiva, de corto plazo, basada en evidencia, que ha demostrado ser efectiva en reducir las conductas delictivas en niños y jóvenes. Este modelo es centrado en la familia y enfocado en sus fortalezas. Busca trabajar con los miembros de la familia procesos de comunicación, cambio de comportamiento, estrategias de negociación y maneras de mantener los cambios positivos en la conducta. Cabe destacar que la Administración de Familias y Niños (ADFAN) proveerá esta intervención a los jóvenes de Ley 88-1986, que estén bajo su custodia, como parte del Plan de Prevención Título IV-E 2021-2024.
Es crucial que se den los pasos necesarios para ampliar este tipo de intervención a otros jóvenes que también interactúan con el sistema de justicia juvenil. En Puerto Rico ya contamos con la Ley 66-2011, que dispone la creación de un Programa Piloto sobre Terapia Familiar Funcional con jóvenes que se encuentran bajo la custodia de Instituciones Juveniles. Actualmente, como parte de las reuniones del sistema de justicia juvenil, que iniciaron en octubre 2022, se está diseñando la implementación de este piloto. Es un paso de avance significativo, porque trae un enfoque en la manera en que atendemos a nuestros. La Terapia Familiar Funcional puede ayudar a abordar situaciones relacionadas al funcionamiento familiar, mejorar relaciones interpersonales, desarrollar habilidades para resolver conflictos, y aprender a manejar el estrés y la ira, entre otros.
Hay trabajo por delante y estamos encaminados a activar, facilitar y promover servicios continuos que redunden en un mejor bienestar de jóvenes involucrados con el sistema de justicia juvenil y sus familias.
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