Un nuevo enfoque para el bienestar familiar
Puerto Rico se convirtió recientemente en el primer territorio estadounidense en tener un plan de prevención aprobado para el bienestar infanto-juvenil que se alinea con la política pública federal conocida como Family First Prevention Services Act. Más allá de ampliar la capacidad de recobro del gobierno estatal al gobierno federal, ¿qué implica esto para nuestras familias, niñez y juventud?
En principio, la adopción del plan implica una transformación del sistema para ofrecer servicios que han probado ser efectivos en la preservación de las familias, utilizando intervenciones basadas en evidencia e informadas en trauma. Estos servicios se enfocan en atender aspectos de salud mental, problemas relacionados al consumo de sustancias, la promoción destrezas de crianza, así como apoyo y acompañamiento a parientes cuidadores.
Las prácticas basadas en evidencia son intervenciones científicamente probadas como efectivas y apropiadas para la problemática que se desea atender en una población particular. La selección de prácticas basadas en evidencia para el plan de Puerto Rico favoreció intervenciones relevantes y apropiadas para nuestro contexto cultural y lingüístico. El acercamiento informado en trauma procura que las organizaciones, sistemas, programas y servicios tomen en consideración el impacto que tienen las experiencias traumáticas. Además, reconoce los signos y síntomas del trauma en las personas, familias, fuerza laboral, proveedores de servicios y otros involucrados en el sistema de bienestar, mientras procura activamente evitar la re-traumatización.
Veamos esto en un ejemplo hipotético: el Departamento de la Familia interviene con una familia luego de recibir una querella. Evalúa la situación y determina que los menores no se encuentran en peligro por lo que estos se mantienen en su hogar. La familia es referida a un plan de prevención que incluye terapias individuales y familiares. Dicho plan tomará en consideración el efecto del trauma en esa familia, por ejemplo, el trauma intergeneracional de los padres con relación al maltrato. El plan de terapia utilizará una o varias intervenciones basadas en evidencia para fortalecer las destrezas de crianza, así como cualquier otra área de necesidad que se identifique.
Como parte del plan aprobado, Puerto Rico proveerá cinco intervenciones basadas en evidencia a tenor con los requisitos federales. Estas intervenciones serán ofrecidas a través del Departamento de la Familia e incluyen Fundamentos de Crianza, Entrevista Motivacional, Terapia Familiar Breve y Estratégica, Terapia Familiar Funcional y el Programa de Apoyo al Pariente Cuidador. Estos servicios permitirán expandir los recursos disponibles para atender a la niñez, la juventud y sus familias. Se espera que se continúen ampliando con la implementación del plan de prevención.
Los estudios demuestran que cuando la niñez y juventud permanecen en un núcleo familiar, ya sea con sus padres, con parientes cuidadores u hogares de crianza, tienen un desarrollo más saludable. Esta transformación favorece ese acercamiento y lo complementa con intervenciones que han demostrado ser efectivas para promover el bienestar. De esta manera, nuestras familias recibirán servicios de prevención y preservación familiar efectivos, mientras se amplían las colaboraciones entre el Departamento de la Familia y los proveedores de servicios en comunidad.
(Publicado originalmente en la sección de Opinión de El Nuevo Día.)
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Este tipo de intervención centrada en la familia se usará en Puerto Rico con la transformación de los servicios de prevención y preservación familiar.
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Las prácticas basadas en evidencia son métodos de tratamiento o prevención que han sido exitosos en estudios clínicos o comunitarios. Maximizan la relación costo-eficacia y la posibilidad de éxito en el cuidado de la salud mental, pero la mitad de los profesionales de este campo en Puerto Rico no saben cómo implantarlas.
Un nuevo estudio publicado por Natalia Giraldo Santiago, investigadora posdoctoral en el Hospital General de Massachusetts, evaluó las necesidades y actitudes de los profesionales de la salud mental en la isla en cuanto al uso de las prácticas basadas en evidencia. Sus resultados sugirieron que la mayoría de los trabajadores sociales, psicólogos y consejeros encuestados favorecían su uso, pero que factores socioeconómicos y culturales pudieran ser barreras en su implantación.
Giraldo Santiago, quien se formó como trabajadora social en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras, emprendió el estudio en respuesta al problema urgente de salud mental en el país. En Puerto Rico, el 19% de las personas padece de problemas de esta índole y el 24%, de uso y abuso de sustancias.
Las prácticas basadas en evidencia son “como una guía para ayudar a los proveedores a dar un cuidado igualitario, un cuidado de calidad a todas las personas afectadas”, destacó la investigadora.
“Si uno reconoce la responsabilidad ética que uno tiene, las competencias que debe mostrar, tiene el uso de prácticas basadas en evidencia bien presente y sale bien natural”, expresó, por su parte, Patricia Landers Santiago, presidenta de la Asociación de Psicología de Puerto Rico.
Según el estudio de Giraldo Santiago, el 75% de los profesionales de la salud mental percibió las prácticas basadas en evidencia como aptas para la población puertorriqueña, pero el 51% no sabía cómo accederlas y el 44% no había recibido educación en el año previo sobre su uso.
Encontró, también, que la población puertorriqueña encuestada era menos favorable al uso de prácticas basadas en evidencia en comparación con muestras estadounidenses e internacionales analizadas por otros investigadores.
Entonces, si estas prácticas son tan efectivas, ¿por qué no son generalizadas?
Parte tiene que ver con los requisitos de la Ley de Salud Mental de Puerto Rico (Ley 408-2000). Aunque el estatuto promueve el uso de prácticas eficaces y rigurosas, permite, en el caso de tratamientos de adicción por parte de organizaciones de base comunitaria, el uso de prácticas “históricas, tradicionales y ordinarias” que no necesariamente han sido probadas científicamente.
Lili Sardiñas, miembro del Evidence-Based Working Group manejado por el grupo Nexos, explicó que la transición de prácticas tradicionales a prácticas basadas en evidencia puede ser complicada. “Cuando se introdujeron las prácticas basadas en evidencia, había mucha resistencia porque uno está acostumbrado a hacer las cosas de su manera”, dijo, “pero esto es normal”.
Con el tiempo, Sardiñas notó un aumento en los proveedores de fondos que requerían el uso de estas prácticas para financiar un proyecto y, por lo tanto, en el número de profesionales que las utilizaban.
Aun así, incluso cuando los profesionales tengan la voluntad, “no recibir un buen salario les limita”, señaló Giraldo Santiago. “Es difícil movernos en la dirección de usar estas prácticas cuando hay más de un 40% con dos, tres, cuatro trabajos. La gente no tiene la capacidad de moverse hacia esa dirección”.
Adoptar una práctica basada en evidencia requiere tiempo y esfuerzo considerables. Hay que buscar entre cientos de opciones para encontrar la práctica más adecuada para el paciente, leer manuales y tomar lecciones para entender cómo implantarla y, en muchas ocasiones, adaptar un estudio hecho en una población estadounidense para los boricuas.
El Grupo Nexos mantiene el Archivo PBE, el cual reúne descripciones detalladas de 562 prácticas basadas en evidencia para facilitar el acceso de los profesionales a estas. Su base de datos contiene los manuales traducidos al español.
“La adaptación de estas prácticas a Puerto Rico es superimportante”, enfatizó. “Hay que considerar el lenguaje, la religión, todos los factores socioeconómicos”.
Afortunadamente, esta adaptación está ocurriendo a nivel del campo y del país. “La psicología ahora está tratando de abrirse a recursos de Latinoamérica, de otros países, para que nosotros hagamos una psicología criolla”, añadió Landers Santiago. “Que la psicología sea puertorriqueña para los puertorriqueños y las puertorriqueñas”.
Tanto las expertas entrevistadas como la mayoría de los profesionales encuestados ven las prácticas basadas en evidencia como necesarias para esta psicología puertorriqueña.
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